divendres, 23 de març del 2012

LAS PELÍCULAS DE MONICA VITTI (2): Deserto Rosso (Dir. Michelangelo Antonioni, 1964)

Hace días que pienso en cómo enfocar la entrada de hoy sobre Deserto Rosso, película de Michelangelo Antonioni protagonizada por Monica Vitti en el papel de Giuliana, una ama de casa burguesa que, a mi juicio, padece una crisis existencial que se torna insalvable. De hecho, la elección de esta película no ha sido mía. Les pedí a los seguidores de mi página de facebook, por la cual os invito a pasaros (ver enlace en la parte superior del blog), que votaran entre las cuatro películas que forman la famosa "tetralogía de la incomunicabilidad" de Antonioni - aunque deberían llamarse del tándem Antonioni-Vitti porque ella colaboró estrechamente en todas - para elegir cuál preferían que se tratara en el blog, y ésta fue la más votada.



Os confieso sin tapujos que, de entre las cuatro candidatas, ésta es la única que no me apetece en absoluto volver a ver. No me malinterpretéis, no es que no me gustara; al contrario, me impactó tantísimo el sinsabor, en su sentido más literal, de la experiencia vital de Giuliana, que creo que no quiero volver a someterme al vacío que me produce empatizar con ella durante las cerca de dos horas que dura el film. Y es que también os manifiesto, claramente, que dudo que ninguna otra actriz hubiera podido transmitir mejor la angustia interna que producen los brotes depresivos, así como sus síntomas externos. Monica sabe expresar la infelicidad, la angustia, el nerviosismo, la desilusión, el cansancio (literal y metafórico), el rechazo que parece percibirse por parte de los demás... en suma, la sensación de incomunicación con uno mismo, con los demás y con la vida, que produce esta enfermedad, de una forma tan convincente que, de veras, pienso que la película no hubiera sido lo que es sin su participación. Mirad tan sólo esta muestra de su magistral actuación; se trata de la escena dónde dice la famosa frase "me duele el pelo":



Verdaderamente, si Antonioni pretendía hablar de la incomunicación, de la alienación más radical, no podía escoger mejor argumento para su película que el de una mujer depresiva en un momento histórico en el que no se podía entender porqué una ama de casa, con esposo e hijo, bien posicionada social y económicamente, se podía sentir frustrada. Antonioni no es el único que habla sobre este tema a principios de los '60. Pensemos en la poesía confesional de la poeta estadounidense Anne Sexton, por ejemplo, que empieza un poema ("Consorting with Angels") diciéndonos que está cansada de ser una mujer, y de estar, por consiguiente, condenada a habitar la esfera doméstica, a resultar atractiva para los hombres únicamente por su aspecto físico, a ser la carcasa de una cabeza hueca. La poeta, que se suicidó a los 47 años de edad, también padeció una depresión ocasionada, en parte, por su incapacidad para acoplarse al rol de "mujer "que su sociedad esperaba de ella y, es bien sabido, que si consiguió vivir los años que vivió fue porque encontró en la escritura una manera de expresar su punto de vista sobre la vida que le había tocado vivir. Este trozo de documental sobre Sexton me parece ilustrativo sobre su obra, ya que nos abre una ventana a la persona que hubo detrás de la escritora:


Giuliana, que al empezar la película ya ha intentado suicidarse y ha sido ingresada en un hospital durante un tiempo (como lo fue, por cierto, Sexton repetidamente después de diversos intentos de suicidio), también sufre por su incapacidad para ser una mujer de su época, con todas las renuncias emocionales, sexuales e intelectuales que ello implicaba en su momento. Sin embargo, su tragedia estriba en que no encuentra ningún medio de expresión que le permita sobrevivir, ni ninguna salida a un laberinto emocional que se va tornando cada vez más angustiante. En efecto, Giuliana es un perfecto ejemplo de las heroínas de Antonioni, que según leí una vez, buscan desesperadamente el amor, pero sólo encuentran sexo. Giuliana, que cree haber encontrado un alma gemela en Corrado (Richard Harris), empleado de su marido, sólo consigue añadir la infidelidad sexual a la larga lista de tribulaciones mentales que padece al estar sumida en un matrimonio  que parece estar destruyendo literalmente su energía vital. De hecho, es una relación en la que sus necesidades y sus deseos parecen no existir. Paralelamente, en el contexto exterior, la industria va ganando terreno a la naturaleza, el hombre va aniquilando el medio ambiente que precisa para poder sobrevivir.



Os podéis imaginar cómo me conmovió, pues, leer unas declaraciones de Monica en las que decía que Deserto Rosso  es, de entre todas sus películas, la que para ella está más cercana a su realidad, ya que en este film ve reflejada su vida; es decir, no se ve a si misma tan sólo como actriz, sino también como mujer. Desde luego, estas aseveraciones encajan con lo poco que se sabe de su vida que, como ya comenté en una entrada anterior, estuvo muy marcada en su juventud por la rebelión contras las expectativas sociales y familiares. Sin embargo, me supo especialmente mal leer que la película está basada en una crisis depresiva que sufrió la propia Monica. De ahí mi sorpresa al leer en el espléndido estudio sobre Michelangelo Antonioni que firma Domènec Font que el director dijo sobre Deserto Rosso, León de Oro a la mejor película en el Festival de Venecia de 1964, que fue "el film menos autobiográfico de mi carrera", declaración de la cuál se desprende que Antonioni no se sentía reflejado en la película de la misma manera que su compañera sentimental. Esta imagen, tomada en un descanso de la filmación, parece representar esta situación a la perfección:


Sea como fuere, la celebración del uso del color que hace Antonioni en el primer film en el que abandona el blanco y negro, es una constante en los escritos sobre la película. Según tengo entendido, Deserto Rosso se sigue considerando un referente en cuanto al uso del color en el cine. Y no es para menos, la verdad, porque Antonioni se propuso que viéramos la realidad a través de los ojos de Giuliana, y las distorsiones que ésta proyecta en la realidad resultan en unos paisajes brumosos, grises, aderezados con unos toques de color un tanto angustiantes. En estas imágenes se puede apreciar la proyección del estado anímico de Giuliana en el paisaje y su entorno. Me impactó especialmente en su momento la escena en que, cuando Giuliana mira unas manzanas, éstas han perdido la vida, se han tornado grises:



De hecho, Antonioni explica que para conseguir estos efectos, tuvo que transformar, literalmente,  "el rostro de la realidad". Por ejemplo, para mostrar esta particular visión del tedio que sufre Giuliana, "había pintado un bosque entero de gris para hacer que se pareciera al cemento, [pero] llovió y el color desapareció." Parece ser que en esta representación visual claramente modernista de la vida de la protagonista, que se centra en la experiencia subjetiva, tal  y como se vive, y no en los hechos acontecidos, narrados desde una pretendida objetividad, también influyó la marcada predilección que sentía Antonioni por la obra de Henri Matisse,que muestra, según nos explica Font, "una contradictoria atracción entre el realismo y la subjetividad."


Desde luego, lo que, en  mi opinión, sí consigue Antonioni, en Deserto Rosso, tanto gracias a una composición de imágenes visualmente impactantes, como al uso de una música perturbadora y alienante, que los críticos curiosamente no suelen mencionar, es sumirnos en una realidad onírica que nos transporta a la psique de Giuliana. Os recomiendo a todos/-as que, si no lo habéis hecho ya, miréis la película. Tal vez, después de escribir esta entrada, hasta yo misma me anime a volvera verla.

¡Que tengáis buen fin de semana!




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